En la Argentina de la primera época, el principal impulsor de la actividad forestal fue Domingo Faustino Sarmiento (nuestro presidente entre 1868 y 1874), tan apasionado en todas sus ideas que hasta en un discurso público se refirió a los árboles, con las siguientes palabras: "[...] El cultivo de los árboles conviene a un país pastoril como el nuestro, no sólo porque la arboricultura se une perfectamente a la ganadería, sino que debe considerarse como su complemento indispensable [...] La Pampa es como nuestra República, tala rasa. Es la tela en la que ha de bordarse una nación. Es necesario escribir sobre ella... ¡Árboles! ¡Planten árboles![...]".
Ese mismo día, en ambos turnos plantamos unas plantas en nuestro jardín y patio. Cada grado ha sido designado padrino de una de ellas, y deberá, cuidarla para que crezca fuerte y sana.
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